Memorando. De los zapatistas de San Gregorio Atlapulco

Memorando. De los zapatistas de San Gregorio Atlapulco

Busto de Zapata en Atlapulco, 2018.

Razones para memorar

Un busto de bronce yace en la plaza cívica de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, en el sur de la Ciudad de México. Una estatua de Emiliano Zapata que nos obliga a recordar la lucha revolucionaria desde las filas del zapatismo por parte de una cantidad considerable de pobladores atlapulquenses en los inicios del siglo XX.

En el marco de la conmemoración del 115 aniversario de la Revolución Mexicana, rememoramos parte de los escritos que nos dan cuenta de lo ocurrido durante ese periodo de lucha por la tierra frente a las injusticias.

Consultando el libro "San Gregorio Atlapulco. En el IV Centenario de su Fundación" del profesor Sóstenes N. Chapa publicado en 1957, en este post dejamos algunos pasajes que describen parte de los registros del zapatismo en Atlapulco.

La Revolución agraria del Sur, encabezada por el Gral. Emiliano Zapata, desde el 11 de marzo anterior, encontró campo propicio en San Gregorio Atlapulco por que ante este conflicto muchos de sus habitantes ya habían tomando las armas, alistándose en el zapatismo para reclamar la justicia que su pueblo no había conseguido hasta entonces.

Retomando la obra de Sóstenes N. Chapa

    " C.- Una página de la historia política y económica del porfirismo: (“Ganancias de Limantour     en fuertes empréstitos” por José G. Valadez).
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Terminado el deslinde del Rancho de la Luz y sus Anexos, a principios de junio de 1914 los ingenieros del Catastro continuaron con el de las propiedades particulares de vecinos de San Gregorio Atlapulco, ubicada en la ciénaga de su pueblo y entonces, por creer dichos vecinos que esos trabajos eran tendientes a ensanchar las propiedades del Médico Urrutia y propiamente para manifestar su rebeldía contra el Gobierno, los referidos vecinos empezaron a hostilizar a los ingenieros del Catastro, motivando oficios conminatorios de las Secretarias de Hacienda y de Gobernación y del Gobierno del Distrito, que el 12 de julio de 1911 trascribió el Prefecto Político de Xochimilco, Lic. Modesto Romero Valencia, a los Jueces Auxiliares de San Gregorio, indicándoles que el Jefe de Deslinde y levantamiento del Catastro se había quejado de que diversos grupos de hombres no armados habían impedido los trabajos Catastrales amenazando de que si se seguía midiendo la ciénaga no responderían de lo que llegase a suceder; que esos hechos venían repitiéndose diariamente desde el 20 de junio último hasta la fecha, y por eso encarecía al Prefecto a los Auxiliares que se diesen amplias garantías a los ingenieros del Catastro.

Cualquier medida de esta índoles era tardía pues el pueblo de San Gregorio Atlapulco había perdido la fe en los actos del Gobierno de ese época y el arreglo de su conflicto sólo lo esperaba de la Revolución.
Y la Revolución lo envolvió todo... A partir de estas últimas gestiones de los sangregorio-atlapulquenses, ni el cambio del Gobierno Interino por el Constitucional del Presidente Madero, efectuado el 6 de noviembre de 1911, logró una solución del conflicto Urrutia-San Gregorio.
El encumbramiento del Gral. Huerta a la Presidencia de la República y del Médico Aureliano Urrutia al Ministerio de Gobernación, por efecto del Cuartelazo de febrero de 1913, exacerbó el conflicto porque el Médico Urrutia, con la fuerza del Gobierno Usurpador entró en posesión del Rancho de la Luz y sus Anexos, construyendo casetas de campo en él, sembrando árboles frutales y de ornato, haciendo trabajos de avenamiento; todo con obreros japoneses por lo que el pueblo de San Gregorio denominó “El Japón” al referido Rancho.

Entonces los zapatistas atlapulquenses redoblaron sus incursiones en el mencionado Rancho hasta lograr incendiarlo y destruir sus plantaciones, y por este se desataron sobre el pueblo de San Gregorio persecuciones y represalias que obligaron a muchos de sus habitantes a engrosar las filas zapatistas”, otros a buscar refugio en la Capital de la República y los demás a albergare en las chinampas y en la ciénaga para llevar una vida casi primitiva.

A la caída del Gobierno Huertista, a mediados de julio de 1914, el pueblo de San Gregorio volvió a ocupar el Rancho de La Luz y Anexos como partes de su ciénaga en disputa, en quieta, pública y pacifica posesión.

Así pues, el Médico Urrutia no pudo poseer legal ni materialmente las fracciones de la ciénaga de San Gregorio que se le había enajenado porque siempre tuvo la resistencia de los atlapulquenses.
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    9°.- El Zapatismo y los zapatistas de San Gregorio Atlapulco.

La revolución maderista, con foco en el estado de Chihuahua, cundió en febrero de 1911 a los estado de Zacatecas y Durango; y cuando el señor Madero se puso al frente de ella después del combate de Casas Grades, dicha Revolución se propagó a casi todos los estados de la República, pero sobre todo al de Morelos.

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Emiliano Zapata fue su caudillo: la reivindicación de la tierra su doctrina y los zapatistas los paladines de esa cruzada.

El pueblo de San Gregorio Atlapulco, cuya historia estaba llena de angustias, sufrimientos y heroísmos anónimos por la lucha impertérrita en defensa de sus tierras desde el principio de su vida; los sangregorio-atlapulquenses, que en 1896 estuvieron a punto de estar colocados en la condición de los morelenses por el Contrato de la Turba; los descendientes de los tepetlapantlaca y de los atlipantlaca que ese mismo año de 1896 presenciaron con tristeza y con temor la desecación del lago de Chalco para que Iñigo Noriega formase la Hacienda de Xico, con propiedades comunales arrebatadas a Tláhuac y a todos los pueblos ribereñas del mencionado lago; los habitantes del atlapultalli que el preciso año de 1911, en que vivían, estaban en pie de lucha contra el Gobierno Dictatorial de Don Porfirio Díaz por la enajenación que dicho Gobierno había hecho de parte de su ciénaga en favor del Médico Aureliano Urrutia y en sus demandas de justicia ni los tribunales ni la solicitud de clemencia presidencial les había hecho caso; reafirmaron su convicción de que el porfirismo no constituía la era de la decantada paz sino la de la guerra de los pueblos indígenas contara sus explotadores respaldados por el Gobierno de entonces; encontraron en el zapatismo que había hecho eclosión en Anenecuilco, Morelos, la esperanza de la solución de su conflicto y con decisión abrazaron su causa.

También influyó en esta decisión el deseo de salvar los intereses particulares de varios sangregorenses, como los de los ocho rematados en hipoteca por la defensa de su ciénaga por el Contrato de la Turba, y de otros más que tenían comprometidas sus propiedades en retroventa con agiotistas de Xochimilco y de Tlalpan, quienes por cortas cantidades de dinero que les habían facilitado con elevados réditos, se habían apoderado de sus humildes patrimonios sumiéndolos en desesperante miseria.

Ciertamente que el pueblo de San Gregorio Atlapulco no desorganizó su estructura social de comunidad indígena en la que el hombre y la tierra se complementan íntegramente, porque no tuvo que luchar contra la “hacienda”, esa institución colonial monstruosa que arrebató a los indios con sus tierras su típica organización para convertir a todos sus miembros en peones que, al decir de Aguirre Beltrán, forman esa categoría intermedia de descastados o mestizindios. Y si hubo en su seno terratenientes en pequeño y peones, ambas clases equilibraron su seno terratenientes en pequeño y peones, ambas clases equilibraron su vida económica para presentarse unidos, a excepción del caso del conflicto de la turba, en defensa de sus intereses comunes.

Si el pueblo de San Gregorio Atlapulco no fue de los primeros y notables en su cooperación dentro del zapatismo no fue de los últimos e insignificantes.

Muchos de sus hijos, como combatientes, con los Coroneles José Cabrera, Pascual Nieto, Guadalupe Godoy, Guillermo y Magdaleno Sabas y los de menor graduación como Procopio Galicia Godoy, Juan, Antonio, Encarnación y Agustín Godoy, Paulino Márquez, Venancio y Lino Serralde; Amado, Agustín y Gabriel Muñoz; Norberto, Gregorio y Teodoro González; Alejandro y Carpio Galicia; Agustín Olivares, Joaquín Flores y otros más cuyos nombres escapan involuntariamente; unos formando parte de las fuerzas del Gral. Antonio Beltrán; otros, del Gral. Everardo González y los demás, del Gral. Antonio Barona, prestaron su contingente de sangre y expusieron sus vidas en los numerosos y reñidos combates que los zapatistas sostuvieron primero con los federales y después con constitucionalistas en la región Xochimilco-Milpa Alta-Chalco, en el estado de Morelos y en otros lugares del país.

    a) Los maestros zapatistas.

Las contingencias de los combate registrados en la región sureste del Distrito Federal motivaron que el julio de 1914 los profesores atlapulquenses Sostenes N. Chapa, Teodoro Gómez Nieto, Camilo Nieto Jiménez y Tomás Páez Gómez se encontraran en la zona de Milpa Alta, D. F. dominada por las fuerzas zapatistas.

Entonces a iniciativa del primero de ellos, organizaron a los maestros nativos de esa zona o que restaban sus servicios en ella, para que las escuelas de la misma reanudaran sus laborares interrumpidas por dichas contingencias.

Contando con el apoyo de los jefes zapatistas que operaban en esa región, con el del Cuartel General a cargo del Gral. Andrés Campos y con la cooperación de los vecinos de la Cabecera y de sus diversos pueblos, los referidos profesores atlapulquenses con sus compañeros Ana María García, Juan Medina, Rosendo Nápoles, Pascual Alvarado, Martín Carpio Vargas, Pedro Silva, María A. López, Modesta González, Antonia y Julia Laguna, Moisés Rojas, Luciana Medina, Emiliana Olivos, María Retama, Claudio Bárcena, Gabriel Villanueva, y Jesús I. Cortés, atendieron la educación primaria en plena línea de fuego, bajo las sombras de los combates, en uno de los cuales los constitucionalistas capturaron y asesinaron a los Profesores Claudio Bárcena en San Pablo Oxtotepec y a Don Gabriel Villanueva en Tecómitl, en febrero de 1915.

Cuando el Gobierno de la Convención se instaló en la Ciudad de Cuernavaca, Morelos, a mediados de octubre de 1915, este grupo de maestros fue reconocido oficialmente por la Secretaría de Educación a cargo del Gral. Otilio E. Montaño, quien designó Inspector de la Zona Escolar de Milpa Alta, (única que funcionaba en el Distrito Federal a cargo de la convención) al Profesor José Zapiain y Pagador Habilitado de la misma al Director de la Escuela Superior de Milpa Alta, Profesor Chapa.

En la primera decena de marzo de 1916 los constitucionalistas iniciaron un movimiento de avance hacia el estado de Morelos rodeándolo de grandes contingentes de fuerzas que desalojaron a los zapatistas de sus posesiones, entre ellas la de Teoca, Tlamacaztongo y Teutli, ocupando Milpa Alta, y entonces ese grupo de maestros dejó de actuar en dicha región para reconcentrarse el Estado de Morelos.

En 1920 cuando se reconoció al zapatismo como sector revolucionario integrante del Gobierno, como resultado del Plan de Agua Prieta, y se formó el Gobierno Provisional del estado de Morelos, presidido por el Doctor José G. Parres, el Profesor Sóstenes N. Chapa fue designado Inspector General Pedagógico de dicha entidad, colaborando con el Director Gral., Profesor Carlos Pérez Guerrero y con el Secretario de la Dirección, Profesor Ramón Durand, en la organización de la educación primaria de dicha entidad, que iniciaba su vida en el concierto nacional después de nueve años de vida revolucionaria.

En 1921, al crearse la Secretaría De Educación Pública, el Profesor Chapa fue designado Oficial Primero Técnico para instalar y organizar escuelas federales en Morelos, (Primer Director General de Educación Pública Federal en dicho estado)." (Chapa, 1957; 215-229)

Reflexión final

No es menor asunto el recordar la lucha agraria en Atlapulco cuando el tema de la tierra, el territorio, el campo y el respeto al pueblo han sido trabajados desde tiempos memoriales al punto de que se haya mantenido una lucha activa por preservar la herencia de los abuelos en el pueblo. Y por herencia no solo habremos de referirnos al legado material o territorial, sino el identitario y de amor a la tierra que por siglos ha sido parte fundamental de la vida atlapulquense.

Es por ello que recordar la lucha revolucionaria, en especial la zapatista, es clave para comprender el motivo por el cual el pueblo ha conservado gran parte de su territorio chinampero, ejidal y cerril a comparación de otros pueblos que por diversos motivos se han visto inmersos en una urbanización masiva al grado de eliminar por completo los canales o zonas agrícolas en gran parte de sus territorios, lo anterior sin de dejar de lado los procesos externos al pueblo que obligaron a los pobladores a abandonar sus orígenes como lo estableció el indigenismo mexicano posterior a la revolución; tema que quizás será trabajado posteriormente.

Para conocer más sobre todas las referencias indicadas en la cita textual, el texto fuente se deja enseguida donde podrán encontrar todo lo referido.


Fuente consultada: 

San Gregorio Atlapulco. En el IV Centenario de su Fundación (1957) Sóstenes N. Chapa
https://drive.google.com/file/d/1VFRfoQKPtUxHYwlR911QdyuJbfsdl33y/view?usp=sharing

Disponible también en: https://sangregorioatlapulco.blogspot.com/

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